domingo, 5 de agosto de 2007

Antirretrovirales

Para diseñar técnicas de control del VIH, los científicos debieron ante todo comprender su funcionamiento dentro del organismo humano.
El virus del sida se reproduce a merced de células del sistema inmunológico, en especial uno de los tipos de Linfocitos llamados CD4, verdaderos organizadores de la defensa del organismo contra el ataque de enfermedades.
Ellos son el blanco de ataque del VIH, que los destruye para poder reproducirse. Para ello, necesita ingresar a un linfocito y ligarse a esa célula, para lo cual usa unos receptores ubicados en el exterior de la misma.
Estamos hablando de un retrovirus, es decir que su información genética se almacena en una cadena simple de RNA. Para reproducirse (replicarse) debe usar la información genética del CD4 y completar la propia en una doble cadena (DNA).

En este intercambio genético interviene una enzima llamada Transcriptasa reversa. En este punto del proceso actúa uno de los grupos de drogas conocidas para evitar la replicación viral: los Inhibidores de la Transciptasa reversa.

Una vez que el virus ha conseguido la información genética que necesitaba, se produce el siguiente paso de la reproducción: el ensamblaje de nuevas partículas virales, su liberación al torrente sanguíneo y posterior infección de otros CD4. En este tramo interviene otra sustancia, la Proteasa, dando lugar a otra de las familias de antirretrovirales: los Inhibidores de la Proteasa.

Tenemos así las dos grandes familias de antirretrovirales: los inhibidores de la Transcriptasa (que se dividen en nucleosídicos y no nucleosídicos) y los inhibidores de la Proteasa. Combinados entre sí, pueden lograr frenar el avance del VIH y proteger las células del sistema inmunológico.
De esto se tratan los llamados "cócteles de drogas".
Al combinar dos, tres o más drogas, se intenta intervenir en todos los puntos posibles del proceso de replicación viral. Así, la cantidad de virus que circula por la sangre de una persona portadora (medida como "carga viral") puede ir descendiendo por falta de replicación del virus.
Lo ideal es que esta carga viral descienda a niveles tan bajos que no sean detectados por los análisis de laboratorio.

Nuevas investigaciones tratan de impedir la replicación del VIH en otros puntos del proceso de reproducción. Para ello, se estudia la intervención de otras enzimas, por ejemplo, la Integrasa. Las expectativas están puestas sobre una nueva familia de drogas, los Inhibidores de la Fusión, que actuan antes de que el CD4 sea infectado, impidiendo la unión del VIH a través de los receptores de la célula.

Desde los primeros pasos de la pandemia del VIH/SIDA, en que el deterioro paulatino de la salud y una muerte segura eran la única expectativa, hasta hoy, las cosas han cambiado mucho.
Si bien la ciencia todavía lucha contra la imposibilidad de erradicar el VIH del organismo de las personas portadoras, éstas tienen en la actualidad inmensas posibilidades de conservar un estado de salud excelente durante lapsos de tiempo impensables años atrás.

Desde el descubrimiento de la primera droga antirretroviral, la zidovudina, conocida como AZT, la investigación científica ha producido cerca de una veintena de fármacos que, combinados en esquemas de tres, cuatro o más drogas, han demostrado ser eficaces en el freno de la enfermedad y sus consecuencias sobre las defensas del organismo.

Esto hace de la Infección por VIH una enfermedad cronificable. Si bien el SIDA no tiene todavía curación, el virus que lo provoca puede ser controlado en su reproducción para evitar la destrucción de las células del sistema inmunológico. Si éstas están protegidas, el estado general del organismo será bueno, aunque el virus esté presente, por ejemplo, en ganglios del sistema linfático.

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